viernes, 18 de septiembre de 2009

Distrito 9







Distrito 9, de Neill Blomkamp








Distrito 9 parece haberse concebido con la intención de convertirse en la nueva película de culto para los aficionados a la ciencia ficción. Una estética diferente, unos efectos especiales magníficos y un dilema ético, imprescindible para darle carta de trascendencia a lo que, de otra manera, sería un mero juego de la imaginación. Si a todo ello se le une un marketing viral centrado en Internet, el resultado hará las delicias de cualquiera, por poco friki que sea. Prueba de ello es el gran éxito de taquilla que obtuvo en Estados Unidos y que se está repitiendo en España.

El planteamiento es sin duda original. Los extraterrestres no vienen a conquistarnos ni a destruirnos; tampoco a estudiarnos o a iluminarnos con su superior sabiduría. No son hostiles ni amistosos. La situación es mucho más prosaica: llegan por accidente, no pueden volver a su planeta de origen, se quedan como refugiados y se convierten en un problema social, económico y de orden público. Nadie quiere hacerse cargo de ellos ni tenerlos cerca de su casa. Son desagradables, sucios y maleducados. Construyen chabolas, viven aislados en un gueto, la delincuencia prolifera. La gente empieza a quejarse de las molestias y el gasto que supone mantenerlos. ¿Les suena?

Por si el mensaje no quedaba claro, la película está llena de claras referencias al apartheid y se desarrolla en Sudáfrica, cosa que resulta también una novedad, acostumbrados como estamos a la predilección de los marcianos por aterrizar en Washington, Nueva York o San Francisco.

El formato es a mi juicio un acierto y contribuye a hacer de Distrito 9 una película diferente. Los hechos se nos muestran en forma de reportaje, con declaraciones de expertos, testigos y familiares de los implicados. Más tarde, cuando se producen incidentes, vemos imágenes que imitan el directo de informativos y telediarios. El realismo está garantizado.

Me ha gustado especialmente el personaje de Wikus van der Merwe, perfecto antihéroe de personalidad servil y odiosa que se ve arrastrado sin remedio a tomar las riendas de su vida, una especie de Gregorio Samsa que se descubre alienígena en lugar de insecto y que provoca la misma repugnancia en sus allegados.

Sin embargo, todo ese inicio tan prometedor acaba resolviéndose en una ensalada de sangre, tiros y persecuciones que se hacen eternas. No es que la acción se cargue la película, pero acaba decepcionando al espectador después de tantas expectativas. Además, se queda en el planteamiento de un problema, sin aportar soluciones ni éticas ni prácticas. Supongo que esto último obedece a razones comerciales, ya que deja abierto el camino para segundas y terceras partes, pero lamento que ese posible futuro empañe lo que podría haber sido una gran película.

La recomiendo a pesar de todo. Creo que tiene más aciertos que fallos y, desde luego, dará que hablar. Eso sí, no se lleven a los niños. No es E.T. precisamente.

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