martes, 7 de julio de 2009

LOL


LOL, de Lisa Azuelos


LOL ha arrasado las taquillas de Francia, con más de cuatro millones de espectadores. Si se tratase de esa película de adolescentes que la industria norteamericana nos regala todos los años, ya saben, chicos obsesionados por la popularidad, la rubia reina del baile, la fea y/o gorda, el intelectual con o sin gafotas, el musculitos y las gamberradas en los vestuarios, ni me habría molestado en sorprenderme. Pero… ¿una película francesa? Me pareció que había que darle una oportunidad.


LOL
es un acrónimo que pertenece a la jerga de Internet. No está claro si viene de "Laughing Out Loud", "Lot Of Laughs" o "Laugh Out Loud", pero, en cualquier caso, se utiliza cuando a alguien le hace mucha gracia una frase o una situación. Equivale a reírse a carcajadas. La protagonista de la película, Lola, es conocida entre sus compañeros como Lol. Creo que ese título, más allá del juego de palabras, lleva implícito un mensaje: no vamos a tomarnos las cosas demasiado en serio.


La película, en efecto, no se toma las cosas en serio. No hay tragedia, no hay fealdad, no aparece la cara sombría de las drogas, del alcohol, de la desilusión. Todo se enfoca con distancia, ironía y cierto escepticismo amable. Parece querer decir: “en el fondo, ¿qué más da?”

Retrata un mundo de adolescentes, con los problemas que sufren los adolescentes de cualquier generación. Hoy se canalizan a través de mensajes de móviles, chats y cámaras web, pero no por eso dejan de ser los mismos de siempre. La diferencia, lo que hace distinta a LOL, es que muestra en paralelo el mundo de los padres y nos señala, sin demasiada sutileza pero también sin dramas, que se parece demasiado al de sus hijos. Es una generación que ha cumplido los cuarenta y que ha vivido con ideales postizos, sin haberlos analizado ni madurado. Y ahora, cuando llega el momento de aplicarlos y transmitirlos, se sienten inseguros, inexpertos y perdidos. LOL refleja dos generaciones igual de superficiales. Ni buenas ni malas, ni culpables ni inocentes, solamente superficiales.

Por lo interesante de este enfoque merece la pena ver LOL. Tiene además momentos francamente divertidos, como la excursión de los jóvenes a Londres y la caricatura, cruel y tierna al mismo tiempo, de la sociedad inglesa vista por un francés.

Lo peor, el final. Si fuese un poco más abierto y algo menos complaciente, la película, sin ser una gran obra, habría levantado algo el vuelo. Pero todo se conjuga para terminar de una manera edulcorada y decepcionante. Se cae sin remedio.

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