domingo, 21 de marzo de 2010

El concierto




El concierto, de Radu Mihaileanu








El concierto pretende, al parecer, ser una sátira política y social de la antigua URSS y de la nueva Rusia. Sin embargo, desde las primeras escenas salta a la vista que la mirada es demasiado benévola para resultar satírica. Se queda en comedia amable, con personajes tan entrañables como el judío que aprovecha cualquier oportunidad para hacer negocio, el viejo comunista que todavía confía en revivir los ideales del partido, el mafioso riquísimo que no tiene amistades y se ve obligado a contratar invitados para que la boda de su hija sea todo lo multitudinaria que merece su fortuna o el patrocinador que duda entre financiar una orquesta sinfónica o un equipo de fútbol.

Es difícil tomar en serio a los protagonistas y a su dramática historia, que resulta demasiado solemne en medio de un coro de caricaturas graciosas y de situaciones absurdas. Creo que ese es el fallo de la comedia, el desequilibrio entre los ingredientes de cóctel, que no acaban de combinarse bien entre sí.

Se salva por el encanto de Mélanie Laurent, la inolvidable Shosanna de Malditos Bastardos, y sobre todo por Tchaikovsky. La película sabe aprovechar al máximo la belleza y la fuerza de la música. Mihaileanu nos dirige con paso lento pero seguro hacia la apoteosis final, el concierto, la armonía pefecta, la emoción, la sonrisa que permanece incluso después de salir del cine. En resumen, una dosis de optimismo vital, que no viene mal en estos tiempos.

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